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En el marco del juicio oral que se desarrolla en Cordoba contra el ex presidente de facto, Jorge Rafael Videla y otros 30 acusados de delitos de lesa humanidad, este miércoles declararon dos nuevos testigos.
A continuación, algunos tramos de las declaraciones de los testigos:
Oscar Samamé –abogado-
“Fui detenido el 12 de noviembre en mi casa cuando estaba por cenar. Me llevaron en un Peugeot Blanco. Me golpearon y me insultaron”.
“Me levantaron la venda y vi entrar otra persona que después se que era Gómez. Me impresiono la mirada de Gómez. Era una mirada diabólica”.
“Con posterioridad me enteré que el manejaba a la gente que entró a mi casa era un tal “Tomates”. Después había un muchacho de bigotes, un muchacho joven. No exhibieron una orden de allanamiento ni nada”.
“Después de declarar me hicieron firmar que me imputaban asociación ilícita por pertenecer a organizaciones que promueven la violencia. Pasamos a Campo de La Rivera en donde fui interrogado por personal de inteligencia militar. Ahí me interrogan un par de veces. Nos trasladan en un camión del Ejército. Un dragoneante nos maltrató”.
“En Campo de La rivera, estaba mi hermano Horacio, Arnau Zuñiga, Urzagasti, Argüello, y no recuerdo si en ese traslado estaba Urquiza. Mi hermano en ese momento estaba en la facultad y trabajaba en una escribanía. Llegando al Escribanía, lo detienen y lo llevan a informaciones donde lo torturan, lo queman con cigarrillos, le hacen “la mojarrita”. Cuando yo llego al D2 me doy cuenta que era mi hermano porque veo su zapatos y escuche su respiración muy ronca como si tuviera un problema cardiaco”.
“Después de esa semana en informaciones, le pegan el tiro a Urquiza, estaban de festejo, canto, brindis, estaban festejando el día de la policía. Se sentía la halitosis alcohólica de los que pasaban”.
“Pude verlo a Urquiza herido, después lo tiraron en un baño. Gontero le dijo al oficial que nos había ido a buscar, que Urquiza le había querido arrebatar el arma. Gontero le dijo al oficial “me quiso arrebatar la pistola” y el oficial le contesta “lo hubieras matado”.
“El dragoneante que nos traslado dijo “mira si los viera Luciano Benjamín a estos” y ese mismo oficial le contestó “termínela dragoneante”. Ya en el Campo de la Rivera nos dieron fideos y comenzó la rutina de Campo de la Rivera. Ahí estuvimos más o menos un mes porque en Navidad ya estábamos en la UP1.”
“Nos llevaron a un Consejo de Guerra. Nos leyeron las imputaciones y nos preguntaron si íbamos a declarar. Yo dije que si, y dije muchas cosas que llamaron la atención de un teniente que después me dijo que lo había conmovido mi relato”.
“Designe como defensor al Mayor Herrera porque era compañero de camada del Liceo Militar. Me cito con este defensor pero me empezó a chicanear y me dijo que la cosa era muy sencilla. Yo le dije que quería preparar mi defensa. Yo le dije que me quería acordar de mi compañero de camada y no de eso. Y él me dijo: “no gordo mira y me sentó y me hizo sacar las vendas, las esposas y estuvimos conversando. Al rato me hizo poner todo de nuevo. Al día siguiente, leyeron la sentencia que dicto la falta de mérito y la cosa cambio un poco, porque nos sacaron las vendas”.
“Un día llego Telleldín a tomarme declaración por asociación ilícita dentro de la cárcel y me pregunto si iba declarar me pareció tan tonto el tema que me reí y eso no le gustó a este señor pero eso se desactivó”.
“Cuando vino la Cruz Roja pusieron unas cuchetas porque antes dormíamos en el suelo. Ese pabellón daba a la calle y tenía las ventanas tapiadas. En el otro pabellón si se podía ver y recuerdo las luces de la cancha de Instituto. Teníamos baños aceptables. En el otro teníamos un baño para cien personas. El trato era muy malo pero había un señor Sarmiento que tenía el trato correcto que hay que tener con un detenido”.
“Entró Gendarmería y personal de servicio penitenciario, nos hicieron salir de la celda, nos hicieron desnudar, nos golpearon y a mí me quebraron una costilla".
“Mi hermano había hecho un curso en la Escuela de suboficiales. Tenía un instructor que les enseñaba que tenían que llevar dos armas porque si se bajaban alguno le plantan un arma. Yo le dije que era un hijo de puta. Era el Tuerto Rocha y Rocha tuvo problemas con varios estudiantes.”
“Mi hermano era un bohemio creía que íbamos a cambiar la policía con 19 años”.
“Ya en libertad me volvieron a citar. Me notificaron que estaba a disposición del PEN. El teniente Coronel González Navarro, me notificó de las imputaciones, había personal civil y había un Sargento”.
“En el año 78, cuando ya estaba en libertad me citaron de nuevo y me llevaron después a la Cuarta Brigada”.
“Ahí nos enseñaron lo que era la patria, la familia, la moral occidental y cristiana para ser un hombre de bien. Estaba el General Bosch, el General Centeno. También lo vi pasar a Menéndez en un Falcón Verde”.
Carlos Arnau Zuñiga
“Fui torturado en el D2. De ahí los conozco a Yabour y a Gómez. Allanaron mi domicilio, me secuestraron, también lo hicieron con mi hermano”.
“Me tiraron en el living- y después me metieron en el baúl del auto. Yo vi que era el comando radioeléctrico. Fui torturado en el D2 y posteriormente en el Campo de la Rivera”.
“Estuve aproximadamente 10 días en el D2. Golpes, mojarra, submarino, submarino seco, me quemaron con cigarrillo los genitales. Me levaron a un altillo en donde estaban violando a una mujer y me decían que era mi madre. Tortura Psicológica. Me dijeron que si no hablaba la mataban. Yo estaba tabicado pero ella gritaba que no la violaran. No sé quién era”.
"Salí tabicado de mi casa en el baúl de un Torino. Urquiza le decía “Super” a Yanicelli, porque era superior”.
“Yo era policía en ese momento y prestaba servicios en la sección canes. Me secuestraron por ser estudiante universitario. Éramos sospechosos los que pensábamos un poquito más”.
“Los servicios de información estaban infiltrados en la facultad. Yo estudiaba psicología, Uno hablaba con cualquier persona y ya era sindicado como perteneciente a la misma facción. Yo estuve mucho tiempo inconsciente. Pasaban y pegaban un culatazo, era el “bondi”. Había dos banquitos- . De vez en cuando nos llevaban al baño. Dormíamos sentados, esposados, vendados, encapuchados. Comí dos veces en ese lapso”.
“Creo que era de noche. Sentí el ruido de una 45. Lo sé porque fui policía. Sentí el grito de Urquiza. Yo lo conocía de antes, pero no sabía que él estaba detenido. Si sabía que estaba detenido Argüello. Los quejidos eran constantes, los golpes. Fue una oleada de miedo para todos los que estábamos adentro”.
“Después fuimos trasladados al Campo de la Rivera. Seguimos tabicados. Mejoro mucho la comida. Pudimos comer una vez al día. Fuimos trasladados, tirados en el piso, los dos Samamé, Urquiza y Argüello”.
“En el año 1978 se nos hizo un Consejo de Guerra a las seis personas y nos dejaron libres por falta de mérito y nos soltaron a todos menos a Urquiza que quedó un tiempo más”.
“Estuvimos no menos de veinte días. Con interrogatorios. La tortura no era física. Eran amenazas. De vez en cuando una cachetada o un palo pero no era orden del día”.
“Después de la Rivera nos trasladaron a la Unidad Penitenciaria. Primero en el Pabellón número 10 y después en el 9. El trato no fue malo, fue peor. Requisas constantes, incomunicados, hambreados, amenazados. Antes del mundial del 78 sacaron a unos compañeros y les dijeron que por cada tiro que se disparara iban a matar a alguno de nosotros y que ya tenían los nombres”.
“El trato diario era con el Servicio Penitenciario. La Gendarmería entraba cada tres días o una semana. Nos dejaban que consiguiéramos tabaco y cuando sentían olor a humo y nos agarraban a palos. No supe que ingresara personal militar. Eran todos verdes o todos grises. Para mi eran todos gendarmes”.
“Escuche el nombre del Turco y yo infiero que es Yabour y escuche el nombre Flores. Yo estoy circuncidado por una operación y ellos pensaban que era judío por eso me quemaron los genitales. Creo que fue el chato Flores. Me lo hicieron dos veces. Yo llegué paralítico a la cárcel, Urquiza llego baleado.”
“Cuando me ahogaron en el tachón, después tuve que hacer un tratamiento en los pulmones. Tengo un enfisema que se lo atribuyo a eso. Recupere la libertad el 8 de agosto de 1978. Me fui a Buenos Aires porque acá me encontraba a cada rato con personas que me peguntaban hasta cuando iba estar libre y yo no me animaba mirarlas por miedo a que maten”.
“Una vez declare en asuntos internos y usando mi ironía, que no me salió dije que fui tratado como merece ser tratado un policía, a los golpes y a los palos. Ellos interpretaron lo que quisieron y yo dije lo que quise”.
“Yo declare eso porque tenía miedo. Estaba Yanicelli ahí, era autoridad de la policía de la provincia y Yanicelli había estado en el D2 cuando a mi me torturaron”.
“Yo declare lo que declaré porque tenía miedo. Fueron todas mentiras. Yanicelli tenía poder, era comisario mayor. Venia acumulando poder desde la época de la que estamos hablando. Fue una debacle. Después de todo esto, yo intenté rehacer mi vida pero siempre era una sospecha haber sido preso político”.
“Cuando se enteraron que yo había sido preso político me echaron del trabajo. Yo estaba muy jugado. Perdía mi trabajo, mi familia. No podía hacer otra cosa que mentir”.
Informe: Natalia Brusa (Cámara Federal de Apelaciones de Córdoba) y José Ferrer (Tribunal Oral Federal Nº1 de Córdoba).